El día 9 de octubre
- lobonitodelobasico
- 7 oct 2020
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Para los que no lo sabéis, este próximo viernes, 9 de octubre es el día de la Comunidad Valenciana, una fiesta que me gusta mucho, ya que todas las tradiciones asociadas a este día, me parecen muy bonitas. La procesión cívica, como sacan la Senyera del Ayuntamiento…son cosas sencillas, pero que me parecen muy simbólicas.
Además, ¿sabéis que, para los valencianos, este es el día de los enamorados? Es Sant Donís y existe la tradición de que el novio o marido regale la “Mocadorà” a la novia o esposa, que son unos dulces como los de la foto, envueltos en un pañuelo. Los dulces son de mazapán y suelen ir acompaños de “piecitas” que simulan frutas y verduras chiquitinas de la huerta.

No soy mucho de días de nada, pero hay dos que realmente me encantan: el primero; el día de la madre (aunque debería de celebrarse todos los días), y el segundo, el 9 de octubre. No me gusta nada el mazapán, pero me encanta la tradición y creo que hay cosas que forman parte de nuestra historia, que no se deben perder.
Llevo últimamente dándole vueltas a algo que, la verdad, me entristece mucho. Me gusta estar informada de la actualidad, leyendo el periódico, escuchando la radio, viendo las noticias, etc. pero a veces siento que tengo que desconectar un poco porque realmente las noticias que se publican, sobre las que se hablan… son muy negativas y descorazonadoras. Hablan "requetemal" de nuestros políticos, lo que provoca que se genere una sensación de desasosiego bastante triste, al pensar que nuestro futuro próximo depende de gente tan incompetente, egoísta y descerebrada. Y ya la cuestión se vuelve todavía más incompresible si cabe, al ver cómo nos afecta a todos, la conducta irresponsable de algunos.
Ver tanto egoísmo me pone negra de verdad.
Esta sensación se agrava, no sé si os pasará a vosotros, a los que también seáis valencianos, al oír a veces como se habla de Valencia, y en consecuencia de los valencianos. Se asocia nuestra ciudad, nuestra Comunidad, a unos hechos, a una manera de hacer, de pensar, que creo que no se ajusta a la realidad de las personas que vivimos aquí.
La última, el desastre del Colegio Mayor Galileo Galilei…no sé realmente en qué estaban pensando estos pardales. La que han armado ha sido estratosférica, y no entiendo como las personas encargadas de gestionar el centro no detuvieron lo que, a todas luces, era una tremenda irresponsabilidad. De verdad que he sido estudiante, he vivido toda la vida rodeada de estudiantes, he sufrido fiestas de pisos, llaves olvidadas, etc. pero no puedo creer la falta de empatía y el egoísmo de las personas jóvenes que no piensan, ya no solo en los demás, ni siquiera en sus padres, en sus abuelos…en la gente que quieren, y en como su comportamiento puede afectarles.
Y a esto se acumula esta sensación repetida durante los últimos meses, que no puedo creer que, cada vez que se haga referencia a Valencia, o a los valencianos, sea para hablar de algo negativo.
El espíritu valenciano es “meninfot”, que en castellano se traduciría como pasota. Creo que en cierta medida lo somos, pero no en el sentido que pasemos de todo, sino en el de que no nos damos importancia, ni se la damos a las cosas, ni las buenas, ni las malas.
No os voy a engañar, envidio un poco el espíritu orgulloso del norte; no pierden oportunidad de poner en valor quiénes son y lo que hacen, y creo que ese puntito de orgullo nos hace falta, porque los valencianos tenemos muchos motivos por los que sentirnos “pagaos” del pueblo que somos, de nuestra manera de vivir y de nuestras costumbres.
Recuerdo un año que me lie la manta a la cabeza y me fui a el Pueblo Inglés a ver si avanzaba de una puñetera vez con el idioma, porque mi vergüenza no me dejaba ni decir ni mu (literalmente). Allí había gente de todo el mundo, e hicimos amistad, como el chiste; la de Florida, la de Baltimore, la Valenciana y la de Albacete. Tuve oportunidad de invitarlas a mi casa, y no pudieron quedar más maravilladas. Habían oído hablar sin parar de Barcelona y Madrid (que por fin las conocieron), y de Valencia, que no nos habían puesto ni en el mapa, cuando tuvieron la oportunidad de visitar cada rincón precioso de nuestra ciudad, se quedaron enamoradas. Recuerdo que me decían que no podían entender que no se hablara de una ciudad tan encantadora como la nuestra. Yo no supe contestar, me encogí de hombros, y pensé en el famoso espíritu “meninfot” porque efectivamente, yo estaba de acuerdo. No sabía explicarles porque no se nos conocía. Los valencianos no le damos importancia a vivir rodeados de mar, historia, tradición, modernidad, cultura…hemos crecido con eso y creemos que es lo normal, y señores, no lo es.
Somos un pueblo afortunado, disfrutón, que vive en la calle, disfruta de amigos y familia, alrededor de nuestra rica gastronomía, donde el arroz siempre es la estrella.
Somos gente campechana, acogedora, que habla cantando, que disfruta y celebra sus tradiciones que, por fin, vive de cara al mar y es puntera en emprendimiento.
Somos generosos (como bien demuestra nuestro “aixó ho pague jo!”) y todo el mundo tiene sitio en nuestra mesa.
Estas palabras, aprovechando que viene nuestro día el próximo viernes, para recordarnos que somos más de lo que la gente dice de nosotros, que somos lo que hacemos, aunque no nos demos importancia, y que no nos define a lo totalidad, lo que algunos de nosotros hacen.
Así que felicidades a todos los valencianos de nacimiento, y también a los que, sin serlo, se sienten también de aquí.
Un abrazo!
Muy bien Isabel, totalmente de acuerdo contigo y me encanta como lo expresas,un beso.