La sugestión
- lobonitodelobasico
- 17 nov 2020
- 4 Min. de lectura

El viernes pasado fui a la peluquería a que me arreglaran el entuerto que me hago yo misma con mis tintes caseros. Los pobres peluqueros tienen mucha paciencia porque hasta me explican cómo me tengo que poner el tinte en casa y el color que debo utilizar.
Cuando llegué, había dos señoras más, una a la que no conocía, y otra, con la que había coincidido alguna vez más, que es de estas personas que no calla, que de todo tiene opinión y de todo sabe…y bueno, como siempre, intento desconectar de su discurso porque me resulta bastante agotador.
Total, que estábamos riéndonos porque el peluquero nos estaba contando que el día anterior, a su mujer le habían dado unas muestras de crema para caballeros y que, por la noche, mientras veía la televisión, se acordó y se la puso. En una de esas, el hijo pequeño pasó por delante de él y le dijo algo así como: "qué te has hecho? pareces más joven”. Como es comprensible, el peluquero se vino arriba, y si en ese momento hubiera podido, se hubiera comprado diez quilos de esa crema. No dudo de los efectos de esa crema, pero lo cierto es que, su deseo irrefrenable de comprársela fue motivado por las palabras de su hijo, que él creyó. Allí estuvimos riéndonos, imaginándonos la situación, todas hechas un cuadro, con las cabezas llenas de papel de albal y pelos de loca.
Yo misma tuve una experiencia similar con un iluminador de ojos, al que desde hace mil años soy fiel. Un día iba con mis padres por el Corte Inglés, y era uno de esos días en los que te encuentras bastante fea y qué te vistes por no ir desnuda. Total, qué como siempre he comentado, no hay nada como ser buen profesional (hagas lo que hagas) y tener gusto y gracia. Pasaba por uno de los corners cuando una chica no sé exactamente que me dijo, que se ofreció a probarme un iluminador que hacía maravillas. Yo, normalmente, paso de todas estas cosas, pero no sé si por la gracia de la señora o porque mis padres me dijeron en plan: “porque no pruebas?”, que accedí con un poco de desconfianza, incluso con aburrimiento. “Peor no me pueden dejar” debí de pensar. Total, que me puso el iluminador, un poco de rímel y un colorete y recuerdo perfectamente la cara de mis padres, en plan “uaaauuuuu” cuando acabó. Me miré y vi a otra persona diferente a la que había entrado. Al levantarme de la silla, le dije a la chica “ponme uno de estos”. Y desde entonces (serán más de diez años) no falta nunca en mi tocador mi “Touché Eclat”. No sé si realmente sigue haciendo el mismo efecto, o el efecto que yo creo que hace, pero es ponérmelo y yo ya me siento guapa.
Retomo que me disperso.
No recuerdo como exactamente “la señora que no callaba” sacó el tema del suicidio (parece ser que había habido esa semana algunos casos). Y comentaba como, a pesar de ser un hecho muy grave, que se daba mucho, nadie se hacía eco de esta problemática.
Yo apunté que parece ser, que hay entre los medios de comunicación, como un acuerdo implícito, mediante el cual no se hacen eco de los suicidios que se producen por evitar el “efecto llamada”. Yo no soy especialista en este ámbito, pero no estoy de acuerdo. Creo que a veces hay temas que consideramos “tabú”, de los que no nos gusta hablar porque nos sentimos incómodos, quizás porque nos muestra una parte del ser humano que nos disgusta, asusta, …vete tú a saber. Obviamente no hay que hablar del “suicidio” como medio de solucionar las situaciones complicadas que nos ha tocado vivir, sino quizá, habría que ahondar en qué le pasa a una persona por la cabeza para decidir poner fin a su vida, cuanto sufrimiento lleva a cuestas para considerar que no merece la pena seguir viviendo…de esto sí creo que hay que hablar, porque es importante y existe, aunque no lo escuchemos en ningún sitio.
Esta señora cada vez se sublevaba más. Primero porque no estaba de acuerdo con lo que comenté del acuerdo tácito de los medios de comunicación, sin darme ni siquiera opción a explicar, que quizás efectivamente, yo tampoco estaba de acuerdo. Total, que yo ya estaba viendo la situación venir y me callé. Pero esta señora ya se había arrancado y no había manera de parar. Luego apareció el tema de la depresión, que era algo muy grave (totalmente de acuerdo, obvio) que no tenía cura…y ahí hablé…y se me ocurrió decir “si” …pero ya no pude decir, “no se puede generalizar, hace falta tratamiento, etc.”
Quedó evidente que esa persona tenía un problema serio. Hace algún tiempo, “mi yo jovencito” le habría intentado rebatir con vehemencia, pero “mi yo de ahora” (que hace tiempo que ha entendido que tener razón vale para poco) calló, porque, aunque yo era “responsable de lo que había dicho, no de lo que ella había entendido”, sentí pena por todo el dolor y sufrimiento que esta señora tenía dentro.
Y pensé en el poder que tiene la sugestión, el “convencerse” de algo, las creencias tan arraigadas que tenemos, etc. y como pueden afectarnos para bien pero también para mal.
Sentí no haberle podido hablar "de tú a tú" y desde la tranquilidad a esta señora. Compartir las razones por las que pienso lo que pienso y qué, como todo, hay casos y casos, pero que yo como psicóloga debo pensar que “la depresión tiene cura” o, al menos, tratamiento, así como el resto de enfermedades de carácter psicológico, porque en caso contrario, no seríamos capaces de superar los obstáculos a los que tenemos que enfrentarnos día a día, y con cualquier tropezón, y ante el convencimiento de no tener herramientas, ni posibilidad alguna de superarlo, nos convertiríamos en muñecos de trapo que iríamos a la deriva, víctimas de nuestras circunstancias.
Así que, bueno, esa era la reflexión que quería compartir. Ejemplos totalmente contrapuestos del poder que tienen nuestras creencias, sobre nosotros mismos, nuestras capacidades, nuestro estado de ánimo, y en como nos ayudaría en general, intentar detectar aquello que nos limita y potenciar aquello que nos empuja, o sencillamente, puede ayudarnos a sentirnos mejor.
Un abrazo!
B.B.
Perfectamente explicado. Depende siempre del cristal desde el que se mire, y no todo es blanco o negro, existen las diferentes tonalidades...
Isabel,todos nos creemos objetivos,libres y no manipulables,pero la verdad es que somos muchas veces esclavos de nosotros mismos ,de las opiniones de los demás,de lo políticamente correcto etc.Me ha gustado tu reflexión.