"Lo digo todo a la cara"
- lobonitodelobasico
- 4 jun 2020
- 2 Min. de lectura

Pues empezamos mal.
Quienes me conocen saben que no soy una persona que evite hablar claro. No es algo que hago siempre, ni con todo el mundo, y cuando lo he hecho, por desgracia, algunos disgustos me he llevado por este motivo.
Aun así, no dejo de quedarme admirada cuando oigo a la gente decir esta expresión con tanto cuajo, como diciendo que es una persona “de verdad”, poniéndose en valor.
Lo flipo.
Me resulta curioso que la gente siga estando convencida de que decir su opinión a diestro y siniestro (“a la cara”), sea algo digno de alabanza, y que con ello están cumpliendo una función social.
Me meo.
¿Os imagináis que pasaría si todos nos dijéramos, a pelo, todo lo que nos venga a la boca? Básicamente, y sin mucho misterio, ya os puedo adelantar que acabaríamos a bofetadas, así, de continuo. Porque además algo muy curioso, si os dais cuenta, es que a la gente que le gusta decir las cosas a la cara, curiosamente no les gusta escucharlas.
¿Significa que debemos mentir? Pues obviamente no.
No expresar en todo momento, y con cualquier persona, nuestra opinión, no es de ser falso, es SER PRUDENTE Y EDUCADO.
A veces no tenemos toda la información de la situación en la que otra persona puede encontrarse, no sabemos las razones que pueden hacerle comportarse como lo está haciendo, su estado de ánimo…y con nuestras palabras, podemos herir o hacer sentir mal al otro, cuando realmente nuestra opinión, seguramente, le importe un huevo.
Cuando nos entren ganas de “decir la verdad a la cara” deberíamos pararnos a pensar la razón por la que consideramos pertinente hacerlo, y analizar cuál sería el beneficio que nosotros obtendríamos con ello.
Y para que quede claro, no contaría como válido; “darse el gusto”, “expandir mi sabiduría milenaria” … (para que no haya confusiones y se entienda correctamente la idea).
De verdad, a mí no me gusta mentir, pero a no ser me lo pidan expresamente o considere que, quizás, con ese gesto, puedo ayudar a alguien en una situación complicada, me suelo mostrar bastante prudente en relación a “transmitir” mi visión de la situación.
Con los años, y al darme cuenta del poder de mi opinión, he intentado mostrarme más conservadora. En el ámbito laboral, intento ser cuidadosa (no siempre lo consigo) porque llamar a las cosas por su nombre, me ha traído algún problema que otro. He llegado a considerar, incluso, conveniente “advertir” en cualquier entrevista laboral, o a cualquier nuevo jefe que he tenido, cualquier situación peliaguda, etc., diciendo siempre lo mismo: “cuidado con pedir mi opinión, porque cuando me la pidas, te la daré”, "¿seguro quieres saberla?, etc. A la mayoría les hace gracia mi honestidad (brutal, que diría mi marido), otros no me toman muy en serio, pero cuando llega el momento, todos se quedan como viendo por donde les ha llegado la mano, porque no la han visto venir.
En serio, reflexionemos.
SI a ser honestos, pero también y SOBRE TODO cuidadosos. Acordémonos del poder que tenía la palabra (que era el primer acuerdo).
B.B.
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