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Los hermanos


Este fin de semana la pequeña ha protagonizado varios momentos Bud Spencer con su hermano.


Mi señor esposo es muy aficionado a las películas de Bud Spencer y Terence Hill. Seguro que habréis oído hablar de ellas.


Una pareja en el Oeste. El guapo con labia y el gordito fortachón con malas pulgas. Los dos marranos a más y no poder, siempre en películas de vaqueros. Estas películas de antes que, aunque no paraban de pegarse, nunca nadie salía herido en verdad, como en el Equipo A, que los malos siempre se repetían de un capítulo a otro.


Bud Spencer era el grandullón bruto que siempre pegaba las bofetadas con la mano abierta, sin mucho esfuerzo y los dejaba a todos mirando a Albacete.



Bueno, pues de esas galletas le ha pegado una y, también intentado varias, la pequeña al mayor.


Yo le pongo muchos lazos y a ella le encantan, pero es una forzuda. En casa la llamamos Hulka.


El caso es que, como cualquier pareja de hermanos, emplean mucho rato discutiendo…que si era mío, que si me lo ha quitado, que si lo tenía yo, etc…los que tengáis varios hijos, sabréis de que estoy hablando.


Bueno, pues este fin de semana no ha sido diferente, pero es que ayer, entre que me partía de la risa y moría de amor.


Ella es Hulka y él un topillo, como yo (como mi madre, como mi primo Rafa…nuestros históricos de caídas y golpes varios son legendarios).


Hombre de libros, un poco despistado que se tropieza en una raya…que ahora el pobre además se ha estirado, y aunque empieza a señalar con alegría los sitios a los que ahora llega que antes no llegaba, hay otros que le pasan aún desapercibidos, no calcula bien y se va arreando algún mamporro que otro.


Ayer el pobre se dio en la cabeza con el pomo de la puerta del baño y como estaba cansado, porque era el final del día, lloraba desconsolado. Nosotros nos pudimos medio contener la risa por lo “jaimitesco” de la situación (es que el pobre no podría parecerse más a mí, angelito) pero es que su hermana, que hacía un rato que había intentado soltarle otro Bud Spencer, también se pudo a llorar como una ternerita porque no soportaba ver llorar a su hermano. Con su manita gordita le acariciaba el pelo como podía, porque ella le quería consolar.


Al final paró de llorar, porque no recuerdo exactamente qué le dijo su padre que se empezó a reír, y ella no pudo evitar darle un abrazo. A él su hermana le sobra a veces, pero es que ella adora a su hermano, aunque le atice.


Este es uno de los misterios mágicos que se producen entre hermanos.


Y yo la verdad, es que a pesar de que discutan, lloren, correteen, se peguen…adoro estos momentos que confirman que, efectivamente, un hermano es el mejor regalo que unos padres pueden hacer a sus hijos.


Me tranquiliza pensar que nunca estarán solos y que siempre se tendrán el uno al otro.


¿no pensáis lo mismo?


Un abrazo


B.B.

 
 
 

2 comentarios


amparopresencia
24 sept 2020

Si,estoy de acuerdo contigo,y además a medida que vas haciéndote mayor, aún aparcas más las diferencias y te unes más.Cobo con una afición el teléfono ,para ver si hay entradas tuyas,y cuando veo que sí,me alegro mucho.Un beso.

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Estoy de acuerdo contigo los hermanos son como las ramas de un árbol ,crecemos en distintas direcciones ,pero nuestra raíz sigue siendo la misma y eso es maravilloso

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