Mi vida sin gluten
- lobonitodelobasico
- 21 jun 2020
- 4 Min. de lectura

Si fuera una “fantasiosa”, una “Pinocho”, una “falsorra”, o como queramos llamarle, os podría decir que es genial, que he encontrado la manera de suplir al trigo, y que tengo una dieta ideal, que no lo echo de menos, y más aún, que mi vida es mejor desde que no lo tomo…pero sería M-E-N-T-I-R-A.
Hace año y medio, después de mil pruebas, me detectaron intolerancia al gluten.
Yo siempre he tenido problemas de barriga, pero desde bien pequeña, que si malas digestiones, cositas varias adicionales…mis padres me llevaron a mil médicos, pero que si era de carácter nervioso y fin. Y los pobres se acostumbraron a lidiar con mis dolores de barriga (he sido muy plasta).
Hasta que hará casi cerca de dos años, empecé a tener dolor, dolor, dolor de tener que estar tumbada, hecho un nudo, de no poder levantarme, y tener que ir a urgencias en diez días, hasta tres veces. Me hicieron pruebas, y me decían que todo lo veían bien, que parecía funcional, y me derivaron al digestivo.
Tuve problemas de diagnóstico porque el primer especialista que visité no me hizo mucho caso, pero atendiendo a los antecedentes familiares consideró conveniente hacerme todas las pruebas médicas habidas y por haber (que menos mal). No me llegué ni a sentar en la silla y este señor ya “predijo” que tenía el síndrome del colon irritable. Me quedé de pasta de boniato, porque es que el jodío no me dejó ni hablar, yo pensé; “pues solo le falta la bola, este tío es adivino!” pero ya casi cuando me estaba despachando, antes de salir por la puerta, me dio a tiempo a decir lo de mi historial familiar, y fue entonces cuando me mandó todo lo que pilló.
En cuanto detectó indicios de que podía ser problemas con el gluten, me lo retiró de la dieta. Cosa equivocada porque cuando se está en proceso de detección de esta problemática no debes dejar de comerlo para poder tener conocimiento exacto de como tu cuerpo digiere este alimento, con lo que mi prueba definitiva resultó negativa (yo en ese momento, pues no lo sabía claro).
No entendía que podía pasar porque realmente yo me sentía mejor desde que no lo comía, y él mismo me dijo que fuera a otro especialista (doctor number one como podéis ver), y menos mal. Estudió todos los análisis y me habló de que la prueba definitiva no era tal, que tenía que haber estado comiendo gluten “a go go”, y que si no era así podían existir falsos negativos, y que lo determinante era el efecto que había tenido en mi salud, la retirada del mismo. Que estuviera tranquila, y que iríamos viendo como evolucionaba la cuestión, porque lo que era evidente es que a mí me afectaba el gluten independientemente de los resultados. Salí igual que entré, pero más tranquila, más confiada porque alguien me estaba escuchando y dando respuesta a mis dudas, y me estaba confirmando, que sí, que algo me pasaba.
Por una parte, fue como liberador, porque los resultados de los análisis, que fueron los primeros, lo que venían a decir es que mi cuerpo había generado anticuerpos al gluten, desde hacía mucho tiempo. Esto significaba que esta enfermedad probablemente lo había tenido siempre, y si, podía ser que fuera más nerviosa que los demás, pero que mis dolores de barriga eran motivados por algo. Di gracias por encontrar, casi a mis cuarenta años, explicación a tantos dolores de barriga y malos momentos.
Por otra parte, fue triste. Yo soy una gran comilona. Disfruto del comer, del buen comer, y del pan, y de todo lo relacionado. Yo era la típica niña que iba en el carro y me daban un churrusco de pan y era feliz como una perdiz, que cuando me mandaban a por el pan, siempre volvía sin pico, que me repartía con mi padre los picos del pan, que mi bocata favorito el pan con chocolate, que mi abuelo me compraba un pan que solo tenía picos (esto ya de mayor, je, je) …podría contarnos mil más, pero es que gluten, no solo lo tiene el pan. Si ahora cuando vas al supermercado, empiezas a ver las etiquetas de los productos, casi todo tienen gluten, o trazas.
Sí que es verdad que hay empresas que han intentado buscar alternativas, pero creerme si os digo, que a mí la mayoría de cosas me resultan asquerosas, artificiales…tanto, que prefiero no comerlas a comer esa versión sin.
Además, es un problema que puedes controlar en casa, en familia, con algunos amigos, que saben tu problema y pueden ser cuidadosos con tu limitación de la dieta, pero salir a comer fuera es una odisea intergaláctica. Yo por una parte lo entiendo porque los restaurantes quieren curarse en salud, pero por otra, costaría poco tener alternativas a las personas como yo, porque se hace difícil salir a comer o a cenar con una persona celíaca…parece la típica plasta que solo pone problemas. Pero de verdad que no es una elección, es una necesidad.
Yo recuerdo el primero de los dolores graves de hace dos años que me dio. Fuimos a una pizzería de Ruzafa y yo pedí pasta, que más buena no podía estar…pero es que no pude ni acabarme el plato…me empecé hasta a marear, tuve que dejar a mi marido, a mis hijos, amigos en la mesa, e irme, como pude en un taxi. Fue horroroso.
Lo dejé para siempre porque realmente mi salud es mucho mejor. A veces puedo tener alguna digestión pesada, pero no he vuelto a tener ningún dolor, y para mí esa es razón suficiente para no volverlo a probar.
Os paso algunos descubrimientos que he hecho que están bastante bien resueltos por si tenéis el mismo problema.
Las mismas marcas tienes más cosas, pero yo solo os he puesto lo que he probado y me ha gustado.
Si vosotros habéis hecho descubrimientos por vuestra parte, podéis hacérmelos llegar, que los estudiaré con gusto.
Mi vida no es mejor, pero si estoy más sana, que es lo más importante. Poder tener explicación a lo que te pasa es genial, y agradezco poder tenerla al fin!
Un abrazo
B.B.
Comments