Mis abuelos
- lobonitodelobasico
- 14 sept 2020
- 3 Min. de lectura

Es en pequeños detalles cuando descubro que me hago mayor.
Hace poco fui consciente que se está haciendo habitual ir de copiloto sentada de esta guisa.
Posición totalmente justificada porque J. nos lleva como si fuéramos cabras y yo cada vez veo menos ridículo el poner unos pedales adicionales como llevan los profes de autoescuela.
Os he hablado en otras ocasiones de mi familia de Santander, hoy os voy a hablar de mis abuelos maternos, de Valencia
Para vosotros quizás la posición de la foto no signifique nada, pero a mí me da mucha risa porque enseguida me viene a la mente mi abuela sentada en el Ford Fiesta de mi abuelo diciendo:
“Rafelín, no corregues” 😂
En Valenciano del Cabañal, una manera afectuosa de llamar a los Rafas diciéndole que no corriera.
Ahora lo pienso y mis abuelos no eran mayores cuando fallecieron (por desgracia para nosotros, que los echamos mucho de menos) pero si tenían apariencia de abuelos, abuelos, que es lo que eran para nosotros.
Los dos tenían un pelo blanco precioso. Mi abuela gordita (en su momento) con el pelete de peluquería, de señora.
Tuve la suerte de disfrutar mucho de mis abuelos.
Me asaltan un montón de recuerdos...
Éramos cuatro nietos y aunque el súper favorito para mi abuelo, era mi hermano, yo era la única chica, por lo que disfrutaba de muchos privilegios por mi condición. Mi abuelo siempre me decía que yo era su nieta favorita, y yo me hinchaba como una pava, hasta que empecé a contar y me dí cuenta que yo era la única chica 🙄(ya veis, como son los niños, y lo fácil que son de conformar😅 )
Mis abuelos vivían justo enfrente de la falla y yo me instalaba en su casa en cuanto llegaba el día 15 de marzo. Siempre subía a casa tranquila cada noche, porque sabía que mi abuelo me esperaba despierto.
Los macarrones y tortilla de patatas de mi abuela eran deliciosos. Mi abuela cocinaba excepcionalmente bien, pero era un poco despistada, y cuando se equivocaba en alguna medida o se le churrascaba algo, siempre decía “es que, a la yaya, le gusta así” y así finiquitaba la discusión. En casa todavía nos reímos de la vez que hizo unas natillas con las que hubiéramos podido adoquinar la calle de la Barraca.
Los pasteles de los domingos en su casa eran tradición, así como la discusión de “estos están más buenos que aquellos”, “no, aquellos están congelados” …y mi tradicional, también, cucurucho de trufa.
Cada vez que íbamos a su casa, yo me iba al que era mi cuarto, y con pesetas de las antiguas y las dos partes de una jabonera, junto con una calculadora gigante que tenía mi abuela (y que a mi me parecía lo más) yo jugaba a ser cajera. Mi sueño era tener una máquina registradora.
También pasaba con ellos casi todo el verano en el chalet, desde que acababa el colegio hasta que nos íbamos a Santander.
Jugábamos a las cartas, veía con mi abuela Belleza y Poder (que ponían después del telediario en Canal 9😆)…
Y disfrutaba como una enana de esos veranos que parecían interminables entre piscinas, bicicletas y esos almuerzos en los que se torraban hasta sardinas y pimientos…
Puedo ver ahora mismo a mi abuelo en camiseta interior de tirantes, zapatillas de cuadros y un pantalón corto que sujetaba con un cordel de estos de envolver paquetes, y mientras, mi abuela poniéndole los rulos a la señora Angelita (la vecina).
Todo esto entre risas de personas mayores que han vivido mucho, que valoran las pequeñas cosas y se ríen hasta de su sombra.
Convivencia entre personas de varias generaciones en un ambiente distendido y dicharachero, donde todo giraba alrededor de la comida y del placer de compartir pequeños momentos.
Siento nostalgia de pensar en aquellos momentos y no os puedo engañar, todavía aún siento algo de enfado con mis abuelos porque, por no cuidarse como debían, nos privaron a todos de su compañía.
Se fueron muy pronto.
Supongo que, a mi madre, a mi tía, a mi hermano, a mis primos…, les pasará lo mismo, y que todos en diferentes momentos, nos acordaremos con cariño y ternura de todos los momentos que tuvimos la suerte de vivir junto a ellos.
Desde que fui madre, valoro y quiero más a mis padres, como padres, pero sobre todo como abuelos, porque pienso en la cantidad de recuerdos bonitos y de calidad que están generando en mis hijos y no puedo más que sentirme muy afortunada por ellos.
Un abrazo, hoy especial para los míos, estén donde estén.
B.B.
Muy bonitas vivencias y.recuerdos de tus abuelos maternos,que desde donde estén, estarán esbozando una sonrisa.Gracias Isabel.