¿Por qué tenemos miedo a discrepar?
- lobonitodelobasico
- 6 may 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 27 may 2020

Y utilizo con toda la voluntad la palabra “discrepar” y no “discutir” porque la última tiene una connotación negativa que todos asociamos al “acto de pensar diferente del otro”, y justo en ese aspecto quisiera incidir.
Hoy leía una entrevista que había hecho Toni Nadal en relación a las críticas que ha recibido Rafa Nadal por las declaraciones en las que mostraba su desacuerdo por algunas de las medidas que el gobierno había puesto en marcha con motivo de la complicada situación que estamos viviendo, y lo cierto es que me he quedado de piedra.
Quizás no lo sabéis, pero soy una gran admiradora de Rafa Nadal, no por los resultados que ha conseguido en el mundo del tenis, sino por la manera en qué ha alcanzado el éxito y como ha gestionado su carrera profesional basándose siempre en la estricta educación y entrenamiento que ha recibido. Si habéis seguido un poco su trayectoria sabréis que su éxito ha radicado en la cultura del esfuerzo, en la conciencia de su posición privilegiada, en los valores que ha recibido por parte de su familia, y en el estricto entrenamiento espartano por parte de su tío y entrenador. A modo de ejemplo, os diré que aunque él juega a tenis con la izquierda, en realidad es diestro. Poco más que añadir.
Ejemplar en las pistas y fuera de ellas, hace unos días “osó” mostrar su opinión en relación al modo en que se está gestionando esta crisis, dejando aparte inclinaciones políticas, viniendo a decir que podía ser mejorable y le han caído “h.” como panes.
Y me ha dado pena.
Me ha entristecido ver como por el mero hecho de expresar su opinión, con respeto y educación, y atendiendo a la corrección, coherencia, honestidad y sentido común que siempre ha manifestado a lo largo de su carrera profesional, me ha parecido injusto que se le criticara de manera ofensiva solo por el mero hecho de discrepar.
Y me he parado a pensar que es “muy nuestro” lo mal que nos sienta que alguien piense diferente a nosotros o nos critique…cuando se habla de respeto, libertad y democracia, son principios que se deberían aplicar a todo el mundo, no solo a las personas que piensan como nosotros.
Entiendo que no nos guste el agresivo, el desafortunado, el impertinente, el excesivo…pero realmente… ¿qué hay de malo en pensar diferente?... si hacéis repaso mental, seguro que tenéis gente de vuestro entorno, próximo incluso, con la que discrepáis en algunos temas, pero a pesar de ello, la queréis y admiráis porque sabéis que las personas somos algo más que la opinión que tenemos sobre algún tema en concreto.
Os invito a reflexionar sobre las ventajas que puede suponer “discrepar”, en el sentido de asumir y aceptar la posición del otro:
1.- Ahora que soy madre, me oigo mucho diciendo frases que decía la mía, y por “lo bajini” me da risa pensarlo. Pero una de las frases que estoy temiendo tener que decir, pero en la estoy trabajando desde ya, para evitar hacerlo, es la de:
“¿Si todos se tiran por un puente, tú también te vas a tirar?”
La máxima preocupación, en concreto de niños y jovenzuelos, es la de sentirse integrados y que forman parte de un grupo, y para ello, estoy convencida que a veces se sienten presionados a aceptar “normas del grupo” con las que discrepan pero que sienten, qué si se expresaran libremente, serían rechazados por el mismo (presión social).
Dicho lo cual, ¿a qué todos queremos que nuestros hijos tengan espíritu crítico? ¿Y como lo vamos a conseguir si “ven” el pensar diferente como algo negativo? Esta creencia no se genera de un día, sino de las diferentes experiencias que van viviendo y situaciones de las que son testigos. Creo que es algo muy cultural.
Tenemos que ayudar a fomentar su espíritu crítico de manera que se sientan con la fuerza suficiente de no hacer cosas con las que internamente no están de acuerdo, y que sientan que es más beneficioso sentirse bien con uno mismo, que hacer lo que hacen los demás, por que sí.
2.- No tenemos que sentir miedo a expresar nuestra opinión, sea en la familia, en el trabajo, etc.
Todo bien dicho, en el momento correcto puede decirse, aceptando siempre qué quizás no tengamos el resultado esperado, pero siempre teniendo la certeza y tranquilidad de que por lo menos lo habremos intentando.
¿Habéis pensado en las situaciones de confusión, enfado, incertidumbre o preocupación, que se crean por no hablar claro a tiempo? El otro día leía en una de estas frases de por ahí que "no hay que creerse todo lo que uno se dice” (no puedo citar al autor, porque no lo recuerdo, perdón) … a veces tenemos unos diálogos con nosotros mismos, que, si los viéramos/oyéramos desde fuera, nos partiríamos de risa…dejémonos de gastar tiempo en "tontunas" y hablemos claro, a nosotros mismos y a los demás.
La gente no es adivina y no tiene por qué saber aquello que nos pasa por la cabeza.
3.- ¿Os habéis parado a pensar que puede hacer pensar al otro de esa manera?
¿Os habéis parado a pensar como le hacen sentir al otro nuestras muestras gilipollas de vehemencia?
Pues eso. Pensadlo (hoy os pongo unos "debercitos").
¿Esto justificaría que tuviéramos que estar de acuerdo con el otro?... NO
Solo que quizás el hecho de entender al otro nos permitiría encontrar, al menos, puntos de acercamiento.
Y estoy convencida, que nadie, nadie quiere hacer daño al otro de forma gratuita, así que si pensáramos como pueden afectar nuestras palabras a los demás, seguro seríamos más cautelosos.
4.- Tenemos que aprender a valorar el “feedback” que nos dan los demás como algo positivo y constructivo y como una oportunidad de aprender.
A veces, no somos conscientes de nuestras “áreas de mejora” y unas palabras adecuadas de la persona que queremos, en el momento oportuno, pueden hacer visible. Puede que haya muchas veces que no tengan razón, pero otras seguro que sí. No debemos olvidar que otra persona tiene otro punto de vista diferente al nuestro y puede enriquecernos con sus historias y vivencias.
Lo dicho, las personas somos algo más que nuestra opinión sobre algo, y me entristece bastante que en una situación complicada como esta, perdamos nuestro espíritu solidario, una amistad, por un enfrentamiento estúpido y tonto.
Siempre hay algo de alguien que podemos aprender.
Aprendamos a ver la diferencia como algo enriquecedor.
Y aprendamos de la historia, para no volver a repetirla.
B.B.
Nada más que añadir, totalmente de acuerdo